Una vez que podamos salir a la calle, volver al trabajo, a la escuela, a las rutinas a las que estábamos acostumbrados… ¿seremos más felices?
Nuestra dimensión de la felicidad depende en un gran porcentaje de cuestiones genéticas, luego sigue la conducta de uno y por último cuestiones del medio ambiente. Así que cambiar el medio ambiente no cambia tanto el resultado.
Por otro lado, bien se dice que quien no conoce su historia, está condenado a repetir sus errores. Una y otra vez nos decimos; ahora que termine esta crisis, este periodo difícil, esta terrible circunstancia, me sentiré mejor, me sentiré feliz: se acabará el entorno que me hace sentir triste o miserable y cambiando ese entorno, me sentiré mucho mejor.
Vayamos a las condiciones más extremas, mucho más extremas que las que tenemos el día de hoy. Muchas conocen al psicólogo y autor austriaco Victor Frankl, que, en El Hombre en Busca de Sentido, la da a la vida dentro de la prisión, esperando la más terrible de las muertes, una luz a la existencia cotidiana a través del amor y también del sentido del humor, de los pequeños gozos inclusive en un ambiente tan hostil como el de una campo de concentración.
Entonces, ¿seremos más felices al terminar la pandemia?
Y la respuesta clara será que NO, ya que la felicidad no es un destino, no se encuentra al final de una trayectoria. Muchos años de investigación nos muestran una y otra vez que a veces los caminos duros nos presentan al final cierta satisfacción, pero felicidad, no. La dicha y la felicidad se encuentran en el trayecto, en el rumbo, en la acción. Si uno está feliz en el camino, uno puede encontrar mucha felicidad en el final de dicho camino. Si uno está desdichado en el trayecto, sólo encontrará eso al final.
¿Cómo llevar al cabo la práctica de la felicidad, en el día a día, en el camino? ¿cómo no depositarlo o esperarlo al final como recompensa? Estamos tan acostumbrados al “happy ending”, a “aunque sufras todo el camino, al final serás recompensado (como las telenovelas…”
Ya sea por la costumbre, ya sea por lo que nos enseñan, no es fácil en la práctica convertir a la felicidad en la cotidianidad. Aquí van 5 acciones/enfoques para convertir la felicidad en el camino, en el trayecto, no en la meta:
Enfócate en buscar la felicidad en tus relaciones personales. Estas no esperan al final: las tienes que alimentar todos los días, a todo momento. Tienes que dar, entregar, ser cariñoso, atento, amoroso; es un ejercicio constante, cotidiano. Das y recibes, no es de mañana, es de hoy.
Concéntrate en los actos generosos (kindness), que es una fuente profunda e inmediata de felicidad: no hay religión ni moral en el mundo que no sostenga que el altruismo es la base de la felicidad. Hay estudios que muestran que tan solo el hecho de planear actos generosos para otros (pensar en comprarle flores al ser amado, planearle una fiesta a un amigo, o planear una jornada de voluntariado el fin de semana), ya genera bienestar.
Reconoce la abundancia que tienes en tu vida. La gran mayoría de seres humanos hoy en día, inclusive en las circunstancias actuales, pueden ver el vaso medio lleno, a pesar de que la mayoría de las personas tendemos a verlo medio vacío. Verlos medio lleno lleva práctica porque va contra natura, pero una vez que se instala el “chip”, trae muchos beneficios.
Encontrar, reconocer, y recordar cotidianamente que uno tiene un propósito en la vida es importantísimo para nuestro bienestar. La mayoría de las personas tenemos un propósito en la vida, nos lo hemos planteado, pero no lo recordamos con la suficiente frecuencia. El propósito debe de ser una especie de mantra que nos repitamos todos los días porque esto nos da claridad de lo que estamos haciendo y sentimiento de logro, también nos ayuda a corregir el camino.
Tomar decisiones cotidianas que ayuden a llevar una vida saludable es fundamental para nuestro bienestar y para nuestra felicidad. Salud física va de la mano de la salud mental, que va de la mano de la felicidad. Y llevar una vida saludable significa (recordemos la teoría de las Zonas Azules (Blue Zones) que ya hemos platicado en otros programas), además de todo lo anterior, cuidar en el ámbito físico la triada: nutrición, descanso y ejercicio. Descuidando uno de los tres, no se puede. Hay que guardar un balance.