En estos tiempos, el ejercicio de la abogacía enfrenta importantes desafíos en materia de modernización ante la vertiginosa exigencia de actualizaciones que este mundo globalizado y cambiante demanda, tanto en la interpretación de normas como en la aplicación de nuevas legislaciones.
Para el abogado que realmente desea aportar un valor agregado a sus clientes en el ejercicio de su profesión, es imperante implementar nuevas estrategias y herramientas diferenciadoras que le permitan ofrecer servicios que se traduzcan en generación de soluciones profundas y trascendentes para llegar a convertirse en un verdadero aliado estratégico de su cliente.
Los Mecanismos Alternativos de Solución de Controversias (Mediación, Conciliación y Arbitraje), previstos ya en nuestra legislación Mexicana, significan la apertura a nuevos y prometedores horizontes para los abogados en la búsqueda de la justicia y resolución de conflictos por la vía del diálogo directo entre las partes en conflicto, la negociación colaborativa y la agilidad para lograr acuerdos benéficos en los que todos ganen.
No es necesario ni sano que todos los conflictos lleguen a un tribunal, o se traten a través de procesos judiciales tradicionales, principalmente aquellos en los que las emociones se desbordan y las relaciones entre las partes en conflicto son importantes y deben cuidarse a toda costa.
Los buenos arreglos son posibles, y un abogado que conoce y domina la amplia gama de mecanismos disponibles para solucionar conflictos y controversias, podrá tener las armas suficientes para aconsejar y ofrecer a sus clientes la opción de resolución que resulte más adecuada y benéfica para cada situación en particular, con un alto índice de probabilidades de lograr una solución exitosa para todas las partes y en el menor tiempo posible.
Con base en todo lo anterior, podemos afirmar que una prometedora opción para el abogado de vanguardia que quiera marcar la diferencia en su entorno, consiste en apostarle a esta nueva cultura de resolución de conflictos, que implica fomentar la participación de todos para lograr una gestión más estratégica y rentable en todos los sentidos, convirtiendo en un paradigma obsoleto aquella famosa frase: “Más vale un mal arreglo que un buen pleito”, hoy sabemos que siempre podemos llegar a buenos arreglos sin siquiera contemplar el “pleito” que tanto destruye en cualquier situación de conflicto o controversia.